Esto no es una pipa

Algunos títulos despistan más que informar.

Con lo fácil que sería llamar a las cosas por su nombre, pero no. Hay compositores que se han empeñado en confundirnos a los melómanos.

La Sinfonía española del francés Édouard Lalo es su obra más conocida, pero de sinfonía tiene poco. En realidad, se trata de un concierto para violín, debido a la preponderancia de este instrumento en la partitura. Precisamente otra obra con mismo origen de inspiración, como el Capricho español de Rimski-Kórsakov iba a ser un concierto para violín, pero luego decidió incluir más instrumentos solistas.

¿Pero cómo pedir coherencia a autores extranjeros si los españoles también andan un poco dispersos? Albéniz tituló Asturias a una de sus obras cuando lo más apropiado hubiera sido llamarla Andalucía. Para más inri, aunque la obra es para piano solo son muchos los que piensan que es una pieza para guitarra. Y su Tango de la Suite España está más cerca de una habanera que de un tango.

Más confusión con los géneros. La Canción de la tierra no es una canción sino una sinfonía. Mahler la bautizó así para escapar de la maldición de la novena. Spoiler: no lo consiguió. Y la Ópera de los tres centavos de Kurt Weill está mucho más cerca del teatro musical que de la ópera que indica el título que, por cierto, varía según la cotización de la divisa: centavos, peniques, cuartos, groschen…

Parece que las variaciones también varían el significado. El tema de las Variaciones sobre un tema de Haydn… no es de Haydn. En defensa de Brahms, su autor, hay que decir que él sí lo creía. Rachmaninov, en cambio, tituló sorprendentemente Variaciones sobre un tema de Corelli cuando el tema no era de Corelli, sino la famosa folía española. (¿Pero qué pasa con las obras españolas?). Elgar no quiso mojarse en sus Variaciones sobre un tema original. Pero como nadie supo encontrar ese supuesto tema, hoy se las conoce como Variaciones Enigma.

¿Cuántos instrumentos tocan en un trío? A estas alturas nadie diría que tres, y acertará. Además de un conjunto de tres instrumentos, un trío es una sección contrastante dentro de un movimiento mayor. Y aunque originalmente sí era para tres instrumentos, la evolución eliminó ese requisito: Chopin tiene tríos para piano solo y Beethoven para toda la orquesta.

Otro que no sabía contar hasta tres era Erik Satie. Su obra Tres fragmentos en forma de pera está divida en siete movimientos. ¿Habrá parte del público que aplauda tras el tercer tiempo?

Y no hay dos sin tres, en esto de contar hasta ese número. Si alguien lee el poema del lied Tercera canción de Ellen, de Franz Schubert, la verá como una canción bélica. Muy diferente a lo que pensamos todos cuando sabemos que ese lied es mundialmente conocido, tras un rebranding ajeno a Schubert, como Ave María, que poco tiene de oración a la Virgen.